¿UNA INVENCIÓN FRANCESA? M. CORBU, Château, Rennes-le-Château
«Estoy sorprendido de que este misterio aún no haya sido resuelto, por la simple razón de que no hay ninguno: en efecto, la ley que rige los platillos volantes fue descubierta por un erudito científico francés y por otro sabio, también francés.
Hace ya algunos años, uno de ellos aplicó esta ley para inventar un dispositivo destinado a los viajes espaciales, al que llamó «Tore»; consistía en un anillo con una cúpula central que servía de hábitat, y motores que imprimían al anillo una cierta velocidad de rotación.
El aparato, absolutamente revolucionario, permitía liberarse del peso y de las leyes de la gravedad; podía alcanzar la velocidad fantástica de 108.000 km/h en unos segundos…
Dos cosas, una: o el gobierno francés, mostrando inteligencia, ha tomado la invención bajo su control y la está desarrollando en secreto, lo que explicaría el silencio de las autoridades, o, como es más probable, este sabio no fue tomado en serio, se marchó al extranjero y su invención está siendo perfeccionada fuera de Francia.
No debe ser imposible encontrar su rastro y, a través de él, la potencia que fabrica estos ingenios…».